Dejuán Asenjo, ÓscarGonzález Carrasco, CarmenMartí Sánchez, José María2025-12-162020-10-072020-10-07978849044405410.18239/atenea.2020.20.00https://une-dspace.glaux.es/handle/123456789/50841Seamos conscientes o no, lo deseemos o lo detestemos, todas las disciplinas académicas se apoyan en unas bases antropológicas y éticas. Es necesario que esas bases sean sólidas para que la ciencia y la cultura construidas sobre ellas, amén de la organización social resultante, sean “sostenibles” y contribuyan al desarrollo personal. El símil evangélico de “la casa construida sobre roca” viene como anillo al dedo. Unos cuantos ejemplos y preguntas nos ayudarán a calibrar la trascendencia de los temas que llevamos entre manos. El paradigma económico dominante en los círculos académicos se basa homo economicus, ese maximizador de la utilidad o beneficio individual, sometido a las restricciones derivadas de la tecnología y las preferencias individuales. ¿Podemos reducir la conducta humana a esta visión antropológica y aceptar como inevitables sus consecuencias negativas sobre el medio ambiente y la distribución de la renta? Esta visión tecnocrática y utilitarista es compartida por las ingenierías. Hemos de valorar el intento de conseguir los objetivos propuestos con la mayor eficacia posible. ¿Pero son lícitos todos los fines y todos los medios? Con otras palabras, ¿es moralmente válido todo lo que la tecnología hace posible? Esta pregunta resulta especialmente delicada cuando afecta a la propia naturaleza humana, tema de estudio de la bioética. La cuestión clave es: ¿Estamos dispuestos a reconocer unos derechos fundamentales que emanan de la propia dignidad de la persona humana? Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han abierto una nueva era para la humanidad. Nadie duda de las ventajas de estas tecnologías, pero tampoco hemos de olvidar su capacidad de excluir a los colectivos sin acceso a las TIC. El problema de fondo es que estos instrumentos en lugar de ayudar al desarrollo personal acaben dominando las relaciones sociales y los objetivos y medios de la educación La antropología clásica remarcaba que la persona está constituida por emociones, inteligencia y voluntad. Las TIC son especialmente hábiles en la manipulación de las emociones. ¿Significa ello que hemos de marginar el cultivo de la inteligencia y de la voluntad?Libro digitalp. 1471.18 MBCreative Commons Attribution 4.0 International (CC BY 4.0)http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/CIENCIAS SOCIALES Y JURÍDICAS::CIENCIAS SOCIALES::Antropología SocialAntropologíaConstruir sobre roca: Bases antropológicas y éticas de la ciencia, la cultura y las institucionesopenAccess